Ellas fueron nuestras madres y nuestras abuelas. Hoy, 9 de marzo (Si, 9 de marzo) le dedicamos este post a todas aquellas mujeres que lucharon por su derecho a la ciudad y se implicaron en la transformación de sus barrios. Y lo hacemos revisitando una serie de artículos que visibilizan el trabajo y la lucha de estas mujeres en los años setenta.
En estos años, muchas mujeres salieron a la calle y se organizaron de manera propia dentro del movimiento vecinal en vocalías de mujeres, pero también desde el movimiento feminista, desde el ámbito universitario o el ámbito político, desde donde, a través de diversos encuentros, acciones, publicaciones o informes, se plantearon multitud de cuestiones y soluciones urbanas que resolvieran la relación entre la vida cotidiana de las mujeres y la mala situación de los barrios.
Es lógico, las mujeres en ese momento eran las responsables al cien por cien del trabajo reproductivo, el trabajo de los cuidados. Muchas de ellas también tenían un trabajo productivo y por tanto tenían que, por una parte, compaginar estos dos trabajos, y por otra parte, encontrar espacios donde poder compaginarlos. Las malas condiciones de las viviendas y de los barrios afectaban por lo tanto directamente su vida cotidiana muchísimo, y aunque solo fuera por instinto de supervivencia, salían a la calle y revindicaban sus necesidades más básicas. Si en el barrio no había guardería o no había colegios, las mujeres no podían ir a trabajar. Si en el barrio no había una zona verde, las mujeres no podían llevar a los niños a jugar. Si en el barrio las calles no estaban pavimentadas, al salir de casa se manchaban los pies de barro. Si al barrio no llegaba el transporte público no podían irse a otro barrio a trabajar.
Lo que pedían estas mujeres era: disponer de guarderías infantiles, servicios y comedores económicos en todos los barrios y en las empresas; disponer de servicios colectivos en los edificios de viviendas; conformar una red de guarderías y casas cuna que tuvieran flexibilidad de horarios y que funcionase durante 24 horas; aumentar la diversidad tipológica en las viviendas; parques, zonas verdes y escuelas de adultos; realizar estudios de habitabilidad de las viviendas en cuanto a dimensiones y calidad constructiva; una ordenación urbana y una construcción de viviendas con un planteamiento colectivo; y gestionar democráticamente servicios y equipamientos.
El trabajo realizado por estas mujeres fue muy poco conocido y sobre todo poco o nada aplicado en el urbanismo. De hecho, esas reivindicaciones y propuestas urbanas alternativas son el germen de lo que ahora se define como un urbanismo con perspectiva de género. La respuesta a esta invisibilidad no es que las mujeres no reivindicaran e hicieran cosas importantes, sino que lo que reivindicaron e hicieron las mujeres no se consideró importante en un mundo donde la escala de valores giraba en torno a lo masculino.
Si os ha parecido interesante esta breve introducción al tema, os invitamos a leer más a través de los siguientes links donde podréis encontrar los artículos completos y las autoras de los mismos:
Magro, T; Muxí, Z. Mujeres constructoras de ciudad desde los movimientos sociales urbanos”, publicado AQUÍ
Magro, T; Muxí, Z. “Women as city builders”, publicado AQUÍ
Magro, T. Prácticas urbanas inclusivas desde el movimiento de mujeres” AQUÍ
Magro, T. “Las mujeres, constructoras de ciudad”, publicado AQUÍ
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Muy interesante
Muy interesantes y muy elocuentes las fotografías